jueves, 29 de diciembre de 2016

Más de lo mismo

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Raúl Castro, durante la sesión de la Asamblea Nacional, junto a la silla vacía del 'diputado Fidel'. (CUBADEBATE)
La filosofía general que regirá el próximo año de gobierno, hasta la retirada anunciada de la presidencia del general Raúl Castro, quedó claramente delineada en su discurso de clausura  del  periodo ordinario de sesiones de la octava legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Según un resumen del mismo publicado por Granma este 27 de diciembre, el general de Ejército Raúl Castro Ruz, culpó a "las limitaciones en los suministros de combustible y las tensiones financieras agravadas a causa de la caída de los ingresos por exportaciones y de los precios de los principales rubros" del pobre desempeño de la estatalizada economía cubana, que en el pasado año que acusó  un decrecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) en un 0,9%.

Y completó: "Otro impacto en la economía cubana fueron las afectaciones que ocasionó el huracán Mathew", y "No se pueden olvidar los efectos negativos que genera el bloqueo", al tiempo que precisaba: "a pesar de ello, se preservaron los servicios de educación y salud gratuitos".
En estos elementos  queda claro que la culpa de nuestros problemas y del desastre económico  se sigue achacando a factores externos y a los desastre naturales, sin reparar en el papel funesto del estatalismo y la centralización de las decisiones, la propiedad y los recursos del país, sin reevaluar  el negativo desempeño de los monopolios estatales sobre el mercado interno y externo y para colmo seguir difundiendo la idea del estado como sacrosanto creador de riquezas al margen de los productores, con la supuesta gratuidad de la salud y la educación.
Por otra parte, indicó que para alcanzar la moderada cifra de crecimiento de 2%, en el plan del 2017, "será preciso cumplir tres premisas decisivas: garantizar las exportaciones y su cobro oportuno, incrementar la producción nacional que sustituya importaciones, y reducir todo gasto no imprescindible". Asimismo agregó: "Un aspecto trascedente para lograrlo será superar de una vez y por siempre la mentalidad obsoleta, llena de prejuicios, contra la inversión foránea".
En estas líneas se evidencia igualmente que las esperanzas de desarrollo y crecimiento se dejan a propósitos enunciados en otras ocasiones, para nada relacionados con búsqueda de la eficiencia en los métodos y la organización de la producción, desdeñando el estímulo al trabajo y el papel de las formas de producción y las tecnologías, como el pago por trabajo, las cooperativas o la iniciativa privada nacional, mientras que se confía en que el capitalismo internacional venga a salvar al "socialismo cubano" de la debacle previsible.
Por otra parte agregó Raúl Castro que "el líder histórico de la Revolución Cubana nos legó su ejemplo imperecedero, su irrenunciable optimismo y fe en la victoria. El mejor monumento a sus ideales y obra es hacer realidad cada día los postulados contenidos en su brillante definición del concepto de Revolución".
Esta referencia a la fe de Fidel en la victoria y a los postulados de la vaga definición fidelista de revolución, tan distante de la de Marx y demás revolucionarios  de la modernidad, viene a refrendar que se seguirá el camino de la filosofía populista, voluntarista, centralista y estatal-asalariada que ha caracterizado las políticas aplicadas en Cuba desde 1959.
Es evidente: Raúl Castro desea retirarse del poder guardando plena fidelidad a los postulados de su hermano. Nada, ni una sola señal de cambios y los que vengan detrás… que se la arreglen cómo puedan.
Los objetivos democráticos enunciados para movilizar al pueblo cubano en la lucha contra Batista y luego los socialistas en 1961 para enrolar a los trabajadores, campesinos, estudiantes y a todo el pueblo en función de alcanzar una sociedad superior, seguirán postergados para seguir aplicando los conceptos sobre justicia social del fidelismo;, nada que ver con democracia, derechos humanos, ni socialismo.
Habrá que ver si la economía desastrada, la generosidad extranjera y las aspiraciones de la mayoría del pueblo cubano aguantan otro año, sin que de alguna manera se precipiten los cambios necesarios y urgentes, de carácter político, económicos y social demandados a viva voz por buena parte de la intelectualidad, los trabajadores y el pueblo cubano.

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