sábado, 15 de agosto de 2015

EEUU abre la embajada y cierra la puerta a disidentes

EEUU abre la embajada y cierra la puerta a disidentes

En otras palabras, a partir del momento en que los dos países han asumido una relación diplomática en pleno, pasa a ser una conexión de Estado a Estado en la cual todo lo que se dice es sumamente estudiado

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EEUU abre la embajada y cierra la puerta a disidentes
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El secretario de Estado John Kerry aseguró en la mañana del viernes en La Habana que Washington seguirá insistiendo en el tema de los derechos humanos con sus homólogos cubanos. (EFE)
RUI FERREIRA
Especial
Desde el inicio del deshielo, Estados Unidos lo dejó claro: el apoyo a la oposición en Cuba será “retórico”. ¿Qué quiso decir? Esa es una pregunta para la cual no hay una respuesta clara, pero muchos observadores se atreven decir que será el mismo tipo de apoyo que se da a la oposición rusa y china: protestas privadas y condenas en instancias internacionales.
En otras palabras, a partir del momento en que los dos países han asumido una relación diplomática en pleno, pasa a ser una conexión de Estado a Estado en la cual todo lo que se dice es sumamente estudiado.
El secretario de Estado John Kerry aseguró en la mañana del viernes en La Habana que Washington seguirá insistiendo en el tema de los derechos humanos con sus homólogos cubanos. El jueves, un alto funcionario del mismo departamento dijo a un grupo de periodistas que el particular sigue sobre la mesa pero hay cosas que serán abordadas de forma diferente. Y ha recordado: “Los opositores siempre han sido recibidos en casa del jefe de misión. No hay por qué cambiar las cosas”
.
“Es más –añadió-, hemos dicho por algún tiempo que, si bien todo esto [restablecimiento de relaciones] es muy importante, no deja de tener importancia el hecho de que podamos impulsar algunas prioridades que tenemos como son los derechos humanos, la colaboración policial y seguir colaborando en otras áreas como la lucha antidrogas, la cooperación en el tema del medioambiente y otros”.
Pero también hizo la salvedad: “La abertura de la embajada es una ceremonia de Estado a Estado”. Con eso cerró las puertas a la oposición y, en el fondo, la dejó en reuniones con los diplomáticos estadounidenses en sus residencias habaneras. En el fondo, la diplomacia es el arte de la percepción.
Algunos temen que los programas de ayuda a la oposición se van a desvanecer lentamente, si es que no se han reducido ya, tal como había exigido el gobernante cubano Raúl Castro cuando se encontró con el presidente Barack Obama durante la Cumbre de las Américas, en Panamá.
Después de todo no se trata ya de una Sección de Intereses, que siempre se movió en un mundo nebuloso donde las reglas no estaban del todo claras. Fueron tiempos de relaciones políticas en un ambiente de Guerra Fría, ahora son momentos de nexos diplomáticos en tiempos de distención.
Si ahora Washington quiere ayudar a la oposición interna, deberá regirse por los programas que están admitidos, si bien tácitamente, por la Convención de Ginebra. O sea, pudiera abrir un centro cultural con una biblioteca en La Habana y Santiago de Cuba –donde deberá haber un consulado–, como sucede en muchos países, promover viajes de entrenamiento para periodistas independientes pero también oficiales o de formación sindical. En síntesis, el tipo de relaciones que rigen con muchos países.
Cualquier esfuerzo fuera esto, EEUU tendrá que hacerlo de manera clandestina, algo arriesgado e improbable, al menos por ahora. Porque, como dijo Kerry el viernes, con la formación de la comisión bilateral de resolución de conflictos, quedan muchas cosas por resolver. “Vamos a tener diferencias, porque tenemos diferencias”, enfatizó durante su rueda de prensa en el Hotel Nacional de la capital cubana tras la inauguración de la embajada.
Tan pronto se enteró de los nuevos planes estadounidenses, la oposición interna tomó de inmediato atenta nota del cambio de política. Este fin de semana sus principales líderes se reúnen en Puerto Rico para acordar qué harán en el futuro.
En términos generales, la oposición ha sido bastante crítica de la administración Obama porque considera que ha sido mantenida fuera del proceso de deshielo, no ha sido consultada y, considera que la han dejado, literalmente, colgada de la brocha gorda.
El martes, el senador cubanoamericano Marco Rubio volvió a criticar duramente la apertura de relaciones diplomáticas y a insistir en que, como miembro del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, se opondrá al nombramiento de un embajador estadounidense en La Habana y al incremento del presupuesto de la misión diplomática.
“La presencia de John Kerry en La Habana en su viaje global de capitulación es sólo otro ejemplo del deseo de la administración Obama de buscar acuerdos sin importar el costo. Al tiempo que los hermanos Castro le dan una recepción de gala al secretario Kerry, el pueblo cubano sigue siendo oprimido con violencia y detenciones. Mientras el secretario Kerry solamente cambia la etiqueta de la puerta del edificio, a propósito se olvida de que el régimen castrista trata de evitar que el pueblo cubano llegue a nuestro edificio (…). El arresto de más de 100 líderes prodemocracia sólo días antes de la visita de Kerry debe de ser prueba suficiente de que el régimen castrista no tiene intención de cambiar. Entonces, ¿por qué deben cambiar nuestras políticas?”, preguntó la congresista cubanoamericana, Ileana Ros-Lehtinen.
Washington comenzó a ayudar a la oposición cubana a fines de los años 80 con un programa de promoción de los derechos humanos, el entrenamiento de periodistas independientes, la entrega de libros y periódicos a bibliotecas independientes y el establecimiento de conversaciones vía satélite con políticos y sindicalistas en EEUU. No hay una cifra exacta de los costos de estos programas, casi todos manejados muy discretamente a través de la Agencia de Estados Unidos para Ayuda al Desarrollo (USAID, por sus siglas en inglés). Un estudio realizado por la Oficina del Inspector General del Gobierno arrojó que a mediados de la década del 2000 los fondos ascendían a 61,9 millones de dólares anuales.
Algunos de estos fondos fueron usados para sufragar los gastos corrientes de la oposición cuyos miembros raramente logran un empleo en una empresa estatal. Sin embargo, su distribución ha sido muy criticada cuando el Gobierno detectó que estaban siendo mal utilizados o no usados para sus fines legítimos.
Por otro lado, parte de la oposición, también ha sido financiada por organizaciones del exilio que han promovido la ayuda regular a los opositores que se encuentran desempleados y no pueden mantener a sus familias. Ninguna de las organizaciones ha querido revelar cuánto ha dispuesto para estos fines, pero es de creer que no alcanza las cifras entregadas por el Gobierno de EEUU. Todo esto, sin contar con los 25 millones de dólares anuales que la Casa Blanca dedica al presupuesto de Radio y TV Martí, que sirve también para pagar servicios informativos de los periodistas independientes.
“Lo único que quiere [el Gobierno de EEUU] es abrir las puertas de la embajada. Siempre que venía alguien de alto nivel de Estados Unidos, encontraban tiempo para reunirse con nosotros antes del regreso. Pero ahora ya eso no sucede”, se quejó la líder de las Damas de Blanco, Berta Soler, en declaraciones a la agencia Associated Press.
Tim Reiser, asesor principal del senador Patrick Leahy, quien tuvo un rol fundamental en el deshielo, declaró que “algunos disidentes sienten que como consecuencia de la decisión de [restaurar los lazos diplomáticos], los puntos de vista [de la oposición] no están siendo atendidos como [los disidentes] esperaban. Pero el senador cree que no tiene ningún sentido seguir con una política que ha fracasado en sus objetivos. No ha ayudado al pueblo cubano y llegó el momento de intentarlo de otro modo”.

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