sábado, 7 de febrero de 2015

El Gobierno colombiano y las guerrillas han de ser realistas y no pedir lo imposible»

El Gobierno colombiano y las guerrillas han de ser realistas y no pedir lo imposible»




Vicenç Fisas Armengol.
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Vicenç Fisas es uno de los analistas y asesores más destacados del mundo sobre negociaciones de paz. Director de la Escuela de Cultura de Paz de la Universidad Autónoma de Barcelona y titular de la Cátedra UNESCO sobre Paz y Derechos Humanos de dicha Universidad, Fisas es además Doctor en Estudios sobre Paz por la Universidad de Bradford, Premio Nacional Derechos Humanos 1988 y autor de unos 30 libros sobre paz, conflictos, cultura de paz y desarme. Desde 1996 es autor de los Anuarios de Procesos de Paz.
Con DIARIO DE CUBA, conversa sobre el presente y el futuro de las negociaciones entre la guerrilla de las FARC y el Gobierno colombiano.
Doctor Vicenç. ¿Cómo debería llevarse a cabo la negociación en cuanto a tiempos, discusiones y aperturas de nuevos espacios a la sociedad civil, para lograr acuerdos definitivos?
Como avancé de las conclusiones de mi "Anuario 2015 de Procesos de Paz", que saldrá digitalmente dentro de un mes y medio, el proceso de negociación con las FARC es el de mayor frecuencia de rondas de negociación de todos los procesos de paz del mundo —una ronda al mes—, lo que significa que funciona a buen ritmo. Lo habitual es que una negociación completa dure un mínimo de cuatro años; en el caso de las FARC, podría completarse en 2015, con lo que el proceso habrá durado tres años. De nuevo, es una buena estadística.
En cuanto a la participación de la sociedad civil, también puedo afirmar que probablemente sea el proceso más transparente y con mayor discusión de cuantos existen en estos momentos, tanto por las iniciativas sociales y populares, como por el espacio que le dedican continuamente los medios de comunicación, aunque muchas veces sea de forma crítica. Más allá, hay un apoyo general a que las negociaciones continúen.
En términos de justicia transicional, ¿hasta dónde deben pedir las FARC y hasta dónde ceder el Gobierno?
La experiencia de los procesos de paz de los últimos 30 años, es que el silencio de las armas tiene un precio político y jurídico, en el sentido de que se entiende que nadie va a dejar las armas para pagar una elevada pena de prisión. El esquema habitual es que, a cambio de mucha "verdad" y el máximo de "reparación", el vector "justicia" actúa con benevolencia. La amnistía es lo más frecuente, aunque sea muy duro para las víctimas, pero es la única manera de poner fin al enfrentamiento armado. Eso no ha de ser obstáculo, especialmente en sociedades como la colombiana, para que se consideren medidas de "justicia transicional o restaurativa". Pero previamente deben ser pactadas en la mesa de negociación, y nunca impuestas por una de las partes.
¿Cuál debe ser la pena justa, cuando nos referimos a crímenes de lesa humanidad, en este caso cometidos por las FARC, pensando en la negociación en el marco de una justicia transicional?
Como he dicho anteriormente, serán las partes en conflicto, y siempre escuchando al conjunto de la sociedad colombiana, las que habrán de concretar cómo se procederá con la "justicia transicional", siempre que se haya dicho toda la verdad y se haya pedido perdón a las víctimas. Esto no incumbe solo a las guerrillas, sino también al conjunto de las instituciones del Estado que han estado involucradas en el conflicto armado, así como a sectores políticos y económicos que se han lucrado con la guerra.
¿Qué significan para Colombia las comisiones de la verdad y en qué momento deberían actuar?
El Gobierno y las FARC ya acordaron en su momento la creación de una Comisión de la Verdad al finalizar las negociaciones. En dos tercios de los procesos de paz se crean comisiones de este tipo, aunque con frecuencia tardan años en ponerse en marcha. En el caso colombiano, debería hacerse de forma inmediata, y aprovechar varios estudios, muy completos, que se han elaborado en este sentido. Y repito que desvelar la "verdad" de lo que ha sucedido en estas últimas décadas, es condición indispensable para encarar el difícil tema de la reconciliación.
Ya se ha dado la participación a víctimas y un espacio para las mujeres, sin embargo hay otros sectores de la sociedad civil, como las minorías, que esperan una participación. En este punto de la negociación, ¿será importante que en la mesa sean escuchados más colombianos y colombianas, víctimas o no?
Aunque sería muy ilustrativo, no es posible dedicar uno o dos meses a cada sector de la sociedad colombiana. Las negociaciones no terminarían nunca. Las mujeres se avanzaron a la creación de la Comisión de la Verdad, y crearon su propia Comisión de Verdad sobre las Mujeres. Las víctimas no han creado una Comisión de la Verdad, sino que han hecho una comparecencia personal (de 60 personas) en la mesa de negociaciones, en representación de las miles de víctimas existentes. Habrá que esperar a la creación de la Comisión de la Verdad mencionada, para que todos los sectores, sin excepción, tengan su oportunidad para relatar su sufrimiento y pedir responsabilidad o el perdón de los victimarios.
En términos de acercamiento del proceso a la sociedad civil, ¿las conversaciones deberían continuar en La Habana o se sugieren nuevos espacios en el territorio nacional?
La Habana es uno de los mejores lugares para realizar negociaciones. Ya tiene tradición, hay buena disposición, existe una buena logística y hay seguridad. Son condiciones que no pueden ofrecer muchos sitios que se ofrecen para ser la sede de conversaciones.
Hay muchos sectores y regiones colombianas donde se desconocen los actuales avances del proceso, esto sin duda puede afectar el mecanismo de refrendación. ¿Cuáles serían las recomendaciones puntuales para ir preparando a los colombianos frente a un mecanismo de participación?
EL PNUD de Colombia ya está poniendo en marcha programas piloto para el posconflicto en diversos departamentos del país, y hay una gran reflexión sobre cómo podrá ser el día de mañana. Es evidente que el fin del conflicto armado puede beneficiar extraordinariamente a las regiones, especialmente si se cumple el tema de la agenda referida al campo.
Otro tema ya aprobado en La Habana es el de la participación política, que puede reforzar mecanismos participativos, dando mayor protagonismo a la sociedad civil y a los sectores marginados. La firma de un acuerdo de paz solo pone fin a la violencia armada, pero no al conflicto social, económico y político, que deberá abordarse sin la presión militar y sí en cambio desde el compromiso de todos los sectores sociales para construir un país más equitativo.
La guerrilla de las FARC anunció una tregua a finales del 2014 y analistas aseguran que sí han cumplido, ¿cuál es su opinión sobre esa tregua y qué aporta en este tipo de negociaciones?
El mismo Gobierno colombiano ha reconocido que las FARC han cumplido con su compromiso de alto el fuego. Es un hecho más de otros varios acaecidos recientemente, que puede ayudar a que el presidente colombiano tome la decisión de aceptar un cese bilateral de fuegos y de las hostilidades. Tanto las FARC como el ELN, en las últimas semanas, han sido muy explícitas al señalar que la guerra ya no tiene ningún sentido y que Colombia podría ahorrarse los muertos derivados de la falta de un cese bilateral del fuego. Es hora, por tanto, de tomar decisiones valientes en este sentido. Estoy seguro que ayudaría muchísimo a acelerar el ritmo de las negociaciones, tanto con las FARC como con el ELN.
¿Cómo califica el aporte de Cuba y los países garantes en dos años de negociación?
Muy acertada y muy profesional. Noruega es un país con una enorme experiencia en negociaciones, y sabe hacer muy bien su trabajo. Cuba es un país que le ha apostado claramente a ayudar al proceso de paz colombiano, y desde hace muchos años. Fidel [Castro] fue muy claro en este tema, y el Gobierno actual también lo tiene muy claro. Así, pues, no podría existir un mejor tándem para ayudar a la paz colombiana. Eso ayudará, además, a dar pasos para la reconciliación en el interior de Cuba.
Para cerrar, ¿qué etapas o rutas debería seguir este proceso para lograr acuerdos definitivos y que cumpla con las expectativas de verdad, justicia y reparación?
La agenda ya está definida desde hace rato. Ahora toca completarla. Viene un tema muy delicado, como es el de la dejación de armas. El gobierno colombiano y las guerrillas han de ser muy realistas y no pedir cosas imposibles de aceptar. Habrá que ser imaginativo y mezclar experiencias de otros países que puedan ser útiles al diseño colombiano en este tema, que seguro será singular.

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