viernes, 25 de julio de 2014

¿Leopoldo, el inductor?

La acusación contra el dirigente de Voluntad Popular se sustenta en demostrar que con mensajes subliminales y sugestión convenció a manifestantes de atacar la sede de la Fiscalía. Por Oscar Medina

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No todo es discurso: el tribunal no aceptó ninguna de las pruebas ni testigos promovidos por la defensa de Leopoldo López. Así van a juicio JORGE SILVA/REUTERS

EL UNIVERSAL
domingo 13 de julio de 2014  12:00 AM
No logra dar con las medidas de la celda en la que está encerrado su hermano: "Es un espacio pequeño, muy pequeño", alcanza a decir Diana López: "Tiene un bañito y un catre". El 18 de febrero el dirigente de Voluntad Popular se entregó a las autoridades tras emitirse una orden de captura en su contra, que incluía acusaciones por terrorismo y homicidio -retiradas luego- como consecuencia de lo ocurrido el 12 de febrero en la protesta ante la sede del Ministerio Público. 

Y, como se sabe, han pasado más de cuatro meses y sigue detenido en Ramo Verde.

Este jueves su esposa Lilian Tintori y su hija Manuela recibieron otra mala noticia al llegar a la prisión: no podrán visitarlo hasta el inicio del juicio pautado para el 23 de julio.

"Para llegar a su celda hay que pasar por nueve candados", explica Diana López: "Lo dejan salir al sol apenas una hora al día. Es decir, pasa 23 horas encerrado. No puede compartir con los otros detenidos, lo tienen aislado". 

Y hay más quejas: "Revisan su correspondencia, leen todo lo que entra y sale. Y hasta los documentos que le llevan sus abogados. Le hacen requisas, de pronto entran a las tres de la madrugada y le quitan sus cosas personales, libros de poesía, de historia. Porque eso es lo que más tiene: libros". 

¿De qué se acusa a Leopoldo López? ¿Qué delitos tan graves que no le han permitido recibir ni siquiera una medida sustitutiva para ser enjuiciado en otras condiciones? Inevitable contrastar con un ejemplo: a principios de julio la propia Fiscalía pidió medida de presentación para los dos sargentos de la Guardia Nacional investigados por el asesinato de la estudiante Geraldine Moreno. 

Estuvo, no estaba

El 4 de abril la fiscal general de la República, Luisa Ortega Díaz, anunció que a López se le imputaban cuatro delitos: "instigación pública, daños a la propiedad en grado de determinador, incendio en grado de determinador y asociación para delinquir".

El lunes 2 de junio comenzó la audiencia preliminar del caso que terminó en la tarde del miércoles 4. Y, finalmente, en la madrugada del jueves 5, la jueza 16 de Control de Caracas, Adriana López, decidió que a tres meses de su encierro, el dirigente político debía ir a juicio. 

En la acusación contra López presentada el 4 de abril se identifica como víctimas de sus acciones al Estado venezolano "en la persona del Ministerio Público y el Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas y la Colectividad en general". 

Los cinco fiscales del caso señalan en su narración de los hechos que a través de los medios de comunicación Leopoldo López hizo reiterados "llamados a la violencia, desconocimiento de las autoridades legitimas y la desobediencia de las leyes, que desencadeno (sic) en el ataque desmedido por un grupo de personas que actuaron de forma individual, pero determinados por los discursos del mencionado ciudadano, contra la sede del Ministerio Público, de siete carros, de los cuales seis eran patrullas pertenecientes al Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, de igual forma, atacaron y destruyeron la plaza de Parque Carabobo, actos éstos (sic) vandálicos ejecutados con objetos contundentes e incendiarios". 

En el texto hacen hincapié en que el fundador de Voluntad Popular convocó a la gente a conquistar la democracia en las calles y acusó al Gobierno de tener vínculos con el narcotráfico y de ser "corrupto, opresor y antidemocrático". 

Los fiscales aclaran que López medió para que la Fiscal recibiera un documento de manos de los manifestantes que ese día llegaron a las puertas del Ministerio Público para exigir la libertad de los estudiantes detenidos en Táchira y se les explicó que tal cosa no era posible. 

Y aclaran un detalle importante: al comenzar "los actos vandálicos" Leopoldo no estaba allí: "...gritaban consignas en contra de la institución y de su máxima autoridad; sin mencionar el discurso agresivo, todo ello siempre bajo la mirada de su líder y vocero Leopoldo López, quien luego decidió retirarse del lugar".

Sin embargo, para los acusadores había un plan y pese a que López se había alejado de la zona, ya había logrado su cometido de convencer a los manifestantes que se dejaron manipular: "Posteriormente, el grupo de personas allí apostadas, influenciadas por su líder a través de múltiples discursos, iniciaron sus actos vandálicos y empezaron a ejecutar lo instruido por el ciudadano Leopoldo Eduardo López Mendoza, de ir por la cabeza de los poderes públicos, específicamente por la Presidenta del Consejo Moral Republicano y Fiscal General de la República, al atacar de manera despiadada con objetos contundentes e incendiarios (bomba molotov) el edificio sede del Ministerio Público, generando graves daños en su estructura".

Podría decirse que este es el punto central de la acusación: hacer foco en la supuesta capacidad de López para convencer e influenciar a la gente incluso valiéndose de complejos recursos como el de los mensajes subliminales que habrían calado en las mentes de los ciudadanos que quizás creían que estaban allí a las puertas de la Fiscalía por otras razones. 

Esto es lo que afirman: "... es evidente que todo el aparataje empleado por el ciudadano Leopoldo Eduardo López Mendoza, no fue realizado por sí mismo, necesariamente contó con una estructura delictiva, que le permitía operar, especialistas en discurso, en twitter, en telefonía, financiamiento, entre otras cosas, en fin todo para poder desarrollar su plan criminal, que no era otro que persuadir e inducir a un grupo de personas que comparten su discurso para desconocer las autoridades legítimas y las leyes y propiciar la sálida (sic) del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela".

Dijo pero no dijo

Los fiscales sustentan sus señalamientos en 69 elementos de convicción (aunque su numeración contabiliza 68). La mayoría son, en realidad, testimonios de los empleados de seguridad de la sede del Ministerio Público y entrevistas o informes de funcionarios del Cicpc. 

De los 13 testimonios de trabajadores de seguridad del MP -algunos de los cuales resultaron golpeados ese día- se duplican dos: primero aparecen con nombre y apellido y más adelante sin identificar. Pero en realidad lo más notable es que ninguno vio a personas armadas entre los manifestantes y todos coinciden en señalar que Leopoldo López no estaba allí cuando arrancaron los desmanes. 

Solo uno, el primero en la lista, asegura que López usó un megáfono para insultar a Luisa Ortega Díaz y para decir que si no aparecía iban a quemar la sede. Otro, por el contrario, dice que los insultos los profirió Gabriela Arellano. Y otro que fue Juan Requesens.

A la 1: 20, dice el primer testigo, López, María Corina Machado y el líder estudiantil Juan Requesens se marcharon. Después de un tiempo no precisado, las cosas se pusieron feas: "llegaron varias personas exaltadas, y nos decían que los estaban masacrando en la Hoyada, y comenzaron a darle golpes con las manos a los vidrios de la fachada ubicados del lado derecho, llegando también al lugar otros (sic) de las personas con piedras en las manos y comenzaron a lanzárnoslas y fue cuando recibí un peñonazo en el brazo izquierdo". 

En líneas generales todos comentan lo mismo: sobre el intento de que los manifestantes aceptaran formar una comisión para entregar el documento de peticiones a un representante del MP, la negativa, los insultos, el inicio de la violencia y solo unos pocos mencionan el pequeño incendio que se produjo en la biblioteca de la sede y que fue rápidamente sofocado con un extintor por uno de los vigilantes. 

Los informes de los funcionarios del Cicpc entran en detalles sobre los daños a la fachada de la Fiscalía, sobre impactos de balas en la sede de una fundación de la Alcaldía de Caracas, la quema de sus seis vehículos policiales estacionados y la captura de algunas personas, entre ellas los estudiantes que aun permanecen detenidos, Marcos Coello y Christian Holdack. 

Abundan las referencias y análisis a fotografías y videos para demostrar dos cosas evidentes: a) que López convocó a manifestar en las calles contra el Gobierno y b) que estuvo presente ese día en la marcha. 

Incluso presentan una prueba antropométrica realizada a López para comprobar que era la misma persona que se veía en los videos y que arrojó conclusiones como esta: "De acuerdo al Índice Esquélico, el sujeto arrojó valores que clasifican a los segmentos: tronco y piernas como: individuo de tronco largo y piernas cortas".

Ubicado en el lugar por testigos, fotos y videos, queda entonces demostrar que fue el responsable de la violencia que explotó ese día y que se alimentó al conocerse la noticia del asesinato de Bassil Da Costa a unas cuadras de allí a manos de agentes policiales. Ningún testigo, foto o video analizado muestra a López ordenando o ejecutando el ataque a la sede. De modo que se plantea la tesis de los mensajes subliminales y la inducción. 

Presentan entonces una breve referencia a los trinos en tuiter de López planteando "la salida": "Un mensaje subliminal es aquel que llega a miles de personas a través de varios medios de comunicación y que tienen la finalidad de persuadir a alguien de algo sin que éste sea consiente (sic)". 

Y la pieza central de los elementos probatorios: el abordaje lingüistíco de 4.356 palabras dichas por Leopoldo, que fueron analizadas usando el programa "AntConc Versión 3.4.1u para Linux OS" y que arrojó conclusiones como la siguiente: "la fuerza discursiva y el ascendiente del ciudadano Leopoldo López como líder político es incuestionable, pues él ha fungido como el catalizador de molestias sentidas por una parte significativa de la población venezolana; de allí que lo que él diga o pueda transmitir a su audiencia sea transferido efectivamente, tanto, que sus destinatarios se sienten animados a seguir, en acciones, lo que este les indica que deberían hacer, aunque no les explique claramente". Es decir: Leopoldo, el inductor. 

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